jueves, 14 de enero de 2010
EN LA ORILLA DE SU PIEL (1)
La brisa, cargada de sal, enmaraña su melena. Quisiera volar como las gaviotas y gritar como ellas cara al viento, pero el aire plomizo de levante aplasta sus sueños. Ella mira a través de la calima que atrapa al sol en la línea de fuga anclándolo, unas horas más, a esa tarde con redes anudadas de deseo. De pie, con los ojos puestos en el horizonte y la mirada perdida en quimeras esmeraldas, parece una estatua de bronce frente a los árboles que juegan al escondite con el salitre del mar.
Apoya las manos en la barandilla desgastada de madera que cubre el incandescente hierro oculto a los ojos. Estructura ígnea envuelta en un manto aislante. Manto desgastado por manos invisibles que alguna vez se posaron, acariciaron o agarraron desesperadas esa misma madera en otras tardes de calima o de calma chicha, o de marejada.
Quiebra el aire con cada inspiración arañándose con su puñal de sal afilado. Las gotas de sangre caen transparentes a otras miradas y son empapadas por algodones deshilachados que el viento le trae. El ventanal de madera desteñida sirve de frontera. Fuera es una cometa que, riendo, se alza y se aleja más y más. Una cometa que solo el soplo cálido del deseo puede arrastrar.
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5 comentarios:
Como inspira el mar.
Besos.
El 2010 ha llegado a este rincón, con mucha sal...
Dentro la realidad y fuera el sueño.
Tras la ventana el mar y en la brisa las ilusiones.
Besos
Muy sugerente, en el mar, la brisa siempre quiere llevarse el cabello de las mujeres hasta el mar
El deseo es el que acuarela el atardecer, y la cometa el amante corazón encadenado!. Un abrazo. Eres un especialista en metáforas.
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