domingo, 18 de octubre de 2009

MEMORIAS

El aroma del azafrán emanado de un cuadro, como si un golpe de viento se tratase, nos ha abierto la ventana de nuestra memoria. Y allí, en medio de ese rinconcito que nos pertenece solo a nosotras, han empezado a desfilar los fantasmas de nuestra niñez:
La artesa donde lavaba una madre y que, tras mil usos repetidos, inmaculadamente iguales, le llegaba el día en que su labor no era dar blancura y frescor a la colada, sino albergar las entrañas magras y la sangre para que, una vez aliñadas y amasadas, se convirtieran en los embutidos de todo un año; esa trilla en la que los hombres sudaban y los niños reían; el agua fresca de un pozo; ese arroyo donde casi se ahoga una hermana; el jabón restregado en un paño puesto al sol para que éste engulla las manchas de las que se alimenta; un geranio en flor regado al atardecer; unas manzanas que recuerdan a alguien que ya solo vive en la memoria; un cuenco de aceite con palomillas que se encienden la noche de difuntos…; unas vidas que fueron y que hoy nos han sido devueltas gracias al aroma del azafrán.

4 comentarios:

Trini Reina dijo...

El olfato es el sentido que más nos retrotrae al pasado. El que más solivianta la mamoria.

Besos y azafrán

Piero dijo...

El azafrán del que nunca se olvida su color, su presencia, su tono...presencia sin escondite, azafrán rotundo...

Girlie dijo...

Los recuerdos a través de los olores... Son tan nítidos a veces, tan reales. Es increíble como nos devuelve, un simple olor,la imagen añorada, y los colores brillantes del pasado.

Un texto precioso. Puedo oler el azafrán, que al volverse polvo en la artesa, gira el pomo de la puerta que abre el desván.

Un beso.

@Intimä dijo...

Hay un olor peculiar de una flor, (por mala suerte no sé ni el nombre) pero la reconozco en cuanto me llega su olor, me transporta a mi niñez a juegos infantiles y a la dulce inocencia del pasado.
Precioso lo que has escrito White.
Un besito