miércoles, 27 de octubre de 2010

SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS


















La bruma sube desde el río hasta los muelles,
adoquines alineados entre túneles indigestos
colchones ocultos en las entrañas de muros
que cobran desesperanzas y prestan intimidad.
Frío, humedad, niebla,
vaho entumecido.
Un hombre despliega su mortaja,
alisa y mulle su efímera tumba
de la que se despedirá al alba.
Un perro calienta su noche.
Noches de estrellas oscuras
en túneles agonizantes,
en vías asimétricas.
Buenas noches, amigo.
Siempre nos quedará París.