jueves, 29 de octubre de 2009
DERIVA
La espuma rompe en la proa
cabalga verde y ámbar
salitre sucio
brea purificada
anclada va la vida
a maderas astilladas
sonatas negras traen los vientos
tañen las campanas
melodías de redes y anhelos
dormitan en puertos sin alma
furtivos rayos de sol
tormentas que no se apagan
de San Telmo es el fuego
que agoniza en la mañana
balsas de riscos baldíos
que la parca atenaza.
viernes, 23 de octubre de 2009
DECÍA EL POETA
Decía el poeta:
Tengo un personaje que sufre
que vive una vida de sombras
de olvidos
que enloquece con los celos
que ama apasionado
que se siente perdido
que sonríe al viento
que anida bajo las estrellas.
Tengo un personaje que habla
que llora
que odia
que teme
que espera y desespera.
Tengo un personaje que vive en mí y que no soy yo.
miércoles, 21 de octubre de 2009
DESENCUENTROS
martes, 20 de octubre de 2009
IMPARES
domingo, 18 de octubre de 2009
MEMORIAS
El aroma del azafrán emanado de un cuadro, como si un golpe de viento se tratase, nos ha abierto la ventana de nuestra memoria. Y allí, en medio de ese rinconcito que nos pertenece solo a nosotras, han empezado a desfilar los fantasmas de nuestra niñez:
La artesa donde lavaba una madre y que, tras mil usos repetidos, inmaculadamente iguales, le llegaba el día en que su labor no era dar blancura y frescor a la colada, sino albergar las entrañas magras y la sangre para que, una vez aliñadas y amasadas, se convirtieran en los embutidos de todo un año; esa trilla en la que los hombres sudaban y los niños reían; el agua fresca de un pozo; ese arroyo donde casi se ahoga una hermana; el jabón restregado en un paño puesto al sol para que éste engulla las manchas de las que se alimenta; un geranio en flor regado al atardecer; unas manzanas que recuerdan a alguien que ya solo vive en la memoria; un cuenco de aceite con palomillas que se encienden la noche de difuntos…; unas vidas que fueron y que hoy nos han sido devueltas gracias al aroma del azafrán.
La artesa donde lavaba una madre y que, tras mil usos repetidos, inmaculadamente iguales, le llegaba el día en que su labor no era dar blancura y frescor a la colada, sino albergar las entrañas magras y la sangre para que, una vez aliñadas y amasadas, se convirtieran en los embutidos de todo un año; esa trilla en la que los hombres sudaban y los niños reían; el agua fresca de un pozo; ese arroyo donde casi se ahoga una hermana; el jabón restregado en un paño puesto al sol para que éste engulla las manchas de las que se alimenta; un geranio en flor regado al atardecer; unas manzanas que recuerdan a alguien que ya solo vive en la memoria; un cuenco de aceite con palomillas que se encienden la noche de difuntos…; unas vidas que fueron y que hoy nos han sido devueltas gracias al aroma del azafrán.
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